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perdone los errores

 


A.I. Rising
Sé que se cuento al bar brevemente, la trama de esta película abriría un mundo de bromas y consideraciones machistas. En resumen, estás en una nave espacial con un robot femenino que puedes comandar a voluntad, ¿qué haces?
Lo que harían la mayoría de los hombres (no seamos hipócritas) es lo mismo que hace el protagonista al principio, pero sobre todo es lo mismo que esta película serbia de 2018, debut del director Lazar Bodroza, destroza en el desarrollo de la historia.
Como muchos otros predecesores, aquí investigamos la relación humana y la inteligencia artificial avanzada, sus desarrollos, problemas potenciales e inevitables. Pero a diferencia de muchos "A.I. Rising ” habla de la sexualidad, escondiéndose detrás de la ciencia ficción para hacer una profunda reflexión sobre las relaciones humanas, entre hombres y mujeres y sobre su desarrollo.
Una historia contada entre diálogos imprescindibles, pausas, en una obra sin duda lenta y difícil de ver, apreciable por la original forma en que aborda el tema y a nivel técnico para la fotografía, por la astuta escenografía y la igualmente por los brillantes (pero sencilla) CGI.
Estamos en 2148 y el capitalismo ha explotado todos los recursos posibles del planeta. En una Unión Soviética renacida, se intenta restablecer el socialismo explorando otros planetas. Alpha Centauri es el destino final de una de estas misiones lideradas por el cosmonauta Milutin, un hombre experto, rebelde y sobre todo complejo.
La empresa Ederlezi que financia la misión lo apoya con una droide femenina, basada en sus gustos, descubierta durante la entrevista de trabajo. Nimani es su nombre (interpretado por la estadounidense Stoya, con antecedentes en el mundo del hard) tiene varios programas que van desde lo científico hasta lo más carnal. Milutin, aunque bastante opuesto, debe aceptar la presencia del droide y, en poco tiempo, aprovechar su físico. Esta morbosa relación se convierte poco a poco en una relación de amor, con el hombre tan fascinado que libera al robot de sus rígidos patrones programados desinstalando el software y dejándola evolucionar gracias a sus vivencias.
Un vuelco casi total de la perspectiva, en un desarrollo interesante que conduce a un final, por así decirlo, catártico.
Como se puede apreciar, la misión es simplemente una excusa para que Bodroza tenga un hombre y una mujer obligados a vivir en un mismo entorno y poder desarrollar el objetivo principal de su obra.
Una pequeña ciencia ficción serbia, quizás no muy conocida, ciertamente no llena de adrenalina, pero que ofrece una interesante versión de un tema clásico.