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perdone los errores
La llamada del sexo
No es tanto el título lo que capta la atención, sino un
comienzo con títulos y música de telenovelas, que
están flanqueados por un diálogo entre Andrés
García y el gran George Hilton. También el resto, sin
embargo, nunca se desvía del estado de ánimo inicial,
incluso si, en teoría, este debería ser un thriller
vagamente erótico, o más bien un thriller con tetas
incluidas. En cualquier caso, se trata de una película aburrida
y monótona rodada en República Dominicana, Miami y Roma
dirigida por el argentino Tulio Demicheli, director y guionista que ha
dirigido diferentes géneros y también ha realizado un
documental sobre Eva Perón.
Demicheli, que curiosamente no escribe el guion, trabaja con un elenco
bastante conocido en América Latina, con experiencias en
diferentes géneros, que van desde el "musculoso" Andrés
García, a la hermosa mexicana Rossy Mendoza por ultimo al buen
Eduardo Fajardo.
Hilton es sin duda el nombre más conocido a nivel internacional,
y el protagonista de una película involuntariamente a veces
enigmática. Involuntariamente, porque la vergüenza de la
dirección, la improvisación del montaje y la pobreza del
presupuesto que azota esta película de 1977 es evidente. El
súper George Hilton es Carlos, fotógrafo y dueño
de una agencia de publicidad, pero también estafador y sobre
todo un hombre acomplejado por una infancia impactante. El hombre es
casado con Gloria, que contrata a un detective para descubrir los
secretos de su marido, tiene una amante llamada Mónica (Mendoza)
y sobre todo un amigo, un tal Litvinof (García) que es un
psíquico capaz de predecir su futuro(!).
Carlos, que quiere divorciarse de su esposa (que tiene amantes), un
día termina con Mónica en la casa donde él
creció. Una villa abandonada en cuyas paredes hay dibujos sucios
de fiestas de máscaras, que se convirtieron en bacanal, fiestas
que organizaban sus padres, mientras él y su hermana los
espiaban. Sí, también hay una hermana, con la que Carlos
ha desarrollado una morbosa relación que vuelve con fuerza a la
mente.
No entendí exactamente a qué quiere apuntar esta
película, si los recuerdos mórbidos de un hombre
atormentado o la simple eliminación de su esposa. En cualquier
caso, entre primeros planos, a modo de westerns, vagas escenas de sexo
colocadas al azar y flashbacks que estropean la vida, esta
película no hace más que aburrir al espectador. Hilton en
un momento menciona a John Ford, el único momento, quizás
irónico, para salvar.
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