Ya leyendo el título, viene a
la mente el libro "Retromania" de Simon Reynolds, que sí, era
principalmente sobre música, pero que explicaba nuestra
obsesión por reutilizar (digamos reciclar) el pasado.
Y, de hecho, esta regla también se aplica al cine y, "Coming 2 America" es el último y aburrido ejemplo.
No está John Landis, reemplazado por Craig Brewer y el buen
Eddie reúne a todos los protagonistas del culto de 1988, a
excepción de Samuel L. Jackson, comprometido en otros proyectos
pero con la adición de Wesley Snipes y un breve cameo de Morgan
Freeman. Junto a estos viejos leones, caras nuevas en la comedia y la
música, cameos de artistas famosos y Bella Murphy, una de las
hijas de Eddie.
Y esto es suficiente para entender cuánta
“Retromanía” hay en esta secuela, que no es
más que un homenaje a la película de 1988, de la que,
además del reparto y los personajes, toma la misma
dinámica y la misma comedia. Y es fácil de entender que
"Coming 2 America" tiene poco mordisco y pocas sorpresas empezando de
su jefe cómico, un Murphy aburrido y poco incisivo.
Esta es una comedia que no te hace reír, que despierta en el
espectador solo una curiosa reacción al ver cómo son
ahora los protagonistas del pasado.
Con una gran exhibición de CGI más o menos
creíble, la película de Brewer, producida por el propio
Murphy, apunta a las familias agregando matices románticos y
cuenta la historia del hijo bastardo del príncipe Akeem, que se
convierte en rey tras la muerte de su padre. 'Es un problema porque
Akeem y la amada Reina Lisa sólo tiene hijas que, según
las leyes de Zamunda, no pueden ascender al trono.
El mago de la corte, sin embargo, tiene una visión en la que ve
a un hijo que supuestamente tuvo Akeem durante su viaje a Queens.
Habiendo recuperado al heredero que trabaja como revendedor de oficio,
vuelve a empezar el patrón ya visto en la primera
película: con el joven que busca el amor verdadero y no quiere
renunciar a sus raíces. Murphy, como siempre, cubre varios
papeles, también desempolva la alegre pandilla del barbero y
cita al siempre eterno Duke & Duke en una escena.
Final feliz con alegría de vivir e incluso hay errores en los créditos. Una apoteosis de la retromanía.