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Slave Girls from Beyond Infinity
Dos rubias en bikini escapan de una prisión en un planeta
indefinido. Lo que se puede decir es un buen empezar para una
película que reúne todas las características para
ser una película b de tetas y alienígenas, como sugiere
el sabroso título.
Ni más ni menos.
Bueno, de hecho, esta película de 1987 es así. Pero hay
que decir que el director Dixon y la producción intentan hacer
las cosas bien. No lo consiguen, al menos, no siempre, pero hay que
reconocer que intentan empezar por la voz del robot, compuesta por
disfraces más bien dignos.
Probablemente gran parte del presupuesto fue a parar allí y en
el plató principal (una especie de fortaleza) y se olvidaron de
pagarle a alguien que pudiera escribir una historia que mantuviera la
atención de principio a fin.
Sin embargo, están las chicas en bikini, Daria (Elizabeth
Kaitan) y Tisa (Cindy Beal), que además de escapar, se estrellan
en un planeta gobernado por un tal Zed (Don Scribner), que
además es el único habitante rodeado de los robots ya
citados. El planeta es un paraíso, exuberante vegetación
y playas de arena que se parecen a las de Malibú (y, de hecho,
lo son). Entonces Zed es un anfitrión muy amable.
¿Qué puede pasar mal? Bueno, el hecho de que otras dos
personas terminaran allí por casualidad, les dice a los
protagonistas que algunos de sus amigos han desaparecido en el aire.
Y a partir de ahí, resulta que Zed no es lo que parece ser. Pero eso es todo lo que digo.
La historia, de hecho, tendría un gran atractivo (bikini o no me
refiero) y sobre todo un gran potencial en términos de
acción. Pero por alguna razón todo se ralentiza en
exceso, dejando los citados bikinis y unas fugaces tetitas como los
únicos momentos en los que la película de Ken Dixon
mantiene la atención en alto.
Una oportunidad un tanto desperdiciada para una obra que se inspira lejanamente en "The Most Dangerous Game" de 1932.