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Girl Boss Guerilla

Voy de memoria, pero estoy bastante seguro. Es la primera vez que veo a alguien asustarse porque una chica le muestra las tetas. También hay que decir que es la primera vez que veo a un grupo de chicas que se las tatúan como símbolo de pertenencia a una pandilla.

Y si de primeras veces hablamos, aquí estamos con uno de los primeros episodios de Pinky Violence.

Estamos en 1972 y Norifumi Suzuki, uno de los pilares del género, ya dirigió un año antes “Sukeban burûsu: Mesubachi no gyakushû”, la primera peli de la exitosa serie sobre Sukeban, las famosas pandillas femeninas.

También para Toei un año después dirige esta “Sukeban gerira”, o “Girl Boss Guerilla” que se convierte en una de las de culto del género. Merecidamente.

Después de la parte histórica y hasta un poco aburrida, pasemos a lo divertido que es la película en sí.

La pandilla de chicas con las tetas tatuadas, llamada Red Helmet Gang, viaja en motocicletas y le encanta aclarar las cosas con un tipo que se cree un Easy Rider, pero él es solo un perdedor. Las chicas llegan a Kioto, les gusta la ciudad y golpeando a otra pandilla de chicas la conquistan. Dominan la zona chantajeando de una forma particular (y bastante demente) a los monjes de la zona, salvo que ahí está la Yakuza. Pero incluso la mafia japonesa haría mejor en no molestarlas.

"Girl Boss Guerrilla" merece su estatus de culto del género, porque es una película divertida, sin parar, con una serie casi interminable de bofetadas y puñetazos en los que las protagonistas siempre se rasgan la ropa, demostrando que el sostén no es cosa de Sukeban.

Lideran la historia Miko Sugimoto y Reiko Ike, la sexy superpareja de Toei que hizo historia en el género.

Erotismo y golpes, motos y sexo, ¿qué más se le pide a una película que además tiene una excelente banda sonora y todos esos objetos que resultan irresistible a los ojos del hombre del futuro?