hecho con
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perdone los errores
Bad Girls Dormitory
La primera,
injustamente detenida por prostitución, la otra, incriminada por
tráfico de drogas. La tercera parada por defenderse de intento
de violación.
La premisa de un WIP clásico, es decir, que los reclusos no son
(del todo) malos, para una película terriblemente absurda de Tim
Kincaid que tiene la virtud de transmitir los dorados años 80.
Estúpido, vulgar y vacío. Pero lo hace bien.
Tim Kincaid, que suele firmarse como Joe Cage, es un director,
productor, conocido por varias películas b que han pasado a la
historia como "Breeders", "Robot Holocaust" y especialmente por las
películas porno gay, género en el que hizo historia. Un
tipo ecléctico se puede decir.
Aquí lo encontramos en 1986, con una película claramente inspirada al Women In Prison, pero cambiando algo.
En primer lugar, las tres chicas sobre que escribí al principio,
interpretadas por Natalie Savage (o O'Connell), Teresa Farley y Carey
Zuris, no acaban en una prisión real sino en el New York Female
Juvenile Reformatory, un reformatorio donde las "reclusas"
deberán tener entre catorce y veinte años
aproximadamente. Por supuesto, los artistas son todos mayores y
siempre, por supuesto, solo usan una camiseta blanca sin mangas y
pantalones, para mostrar más fácilmente lo que hay
debajo. Su actividad favorita allí es la ducha, que los guardias
locales vigilan sin esconderse.
Pero esto no es nada. Porque en este lugar dirigido por Miss Maddison
(Marita), una warden un tanto aburrida, todo sucede. Más de lo
usual. Porque si, los guardias tienen sexo con las prisioneras, las
molestan, pero ellas pueden hacer una fiesta con sus novios en la
carcel (?), pero ahi dentro los medicos y enfermeras se ponen morfina
sin parar y las prisioneras se suicidan, por la Depresion .
Todo ello antes de la rebelión clásica.
Una película sin un sentido preciso, es decir, con cosas y
situaciones puestas al azar. Una mala interpretación (las
actrices son hermosas de todos modos) y una dirección que no
sabe muy bien qué hacer. Pero en este caos, de drogas,
fornicación, ausencia de sujetadores y palizas, me dan ganas de
decir que Kincaid logra su objetivo. En el sentido de que crea una
película b que se deja seguir gracias a la clásica
curiosidad de querer entender adónde irá. Un buen
capituló trash.