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Senza Scrupoli



James Senese y Joe Amoruso firman la banda sonora. Giulio Albonico se encarga de una excelente fotografía. Sandra Wey, la protagonista, es sin duda un buen ver. Si esto bastara para hacer una buena película, estaríamos ante una obra maestra. El problema es que en 'Senza Scrupoli' luego se olvidan de poner una historia que tenga el mínimo sentido.
Una señora (Sandra Wey precisamente) de la burguesía turinesa que vive en una villa en las colinas, que se queda sola en casa porque su marido se ha ido al estadio, es asaltada en su casa por un ladrón con fuerte acento napolitano que se presenta con una máscara de carnaval. No contentodel botín, viola a la mujer.
El marido de la víctima y también la policía intentan disuadir a la mujer de que denuncie el incidente y ella, en realidad, se excita por lo que le ha ocurrido. Localiza al agresor, inicia una aventura sexual y también acaba en los turbios negocios del hombre. En el más clásico y banal de los desarrollos eróticos.
Toni Valerii, más conocido por los spaghetti westerns, crea una película que habría gustado a las vieja gente del partido “Lega Nord” que odiaban la gente del sur Italia. El ladrón napolitano, que vive de trucos, los bajos fondo del sur y también de una burguesía aburrida y tediosa.
Sandra Wey, lanzada un año antes en Histoire d'O nº 2, como ya se ha dicho, es sin duda hermosa y no oculta nada. Pero, desde el punto de vista de la interpretación, pasa toda la película con una calma desconcertante a la altura de sus coprotagonistas Marzio Honorato y Antonio Marsina, que, por cierto, pueden presumir de un currículum mucho más importante.
En las banalidades de esta película erótica, sin embargo, no faltan escenas scult. Como el "concurso" de strippers amateurs que tiene lugar en algún mal lugar entre amas de casa aburridas y viejos cerdos que luego incitan a la protagonista con un "Alè, alè bella bigioia", que para quien no lo sepa, en piamontés significa "coño".