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En las profundidades del Sena


Me imagino una escena así: productor, director, guionistas y persona responsable de Netflix alrededor de una mesa haciendo una lista de comprobación. Tema medioambiental. Lo tenemos. Tema gay. Lo tenemos. Drama humano. Sí. Acción, políticos gillipollas, muchas muertes inocentes. Comprobado. Monstruos marinos. También presentes. Lo único que falta son las tetas. Pero esto es Netflix, al fin y al cabo.

Así que ha debido nacer En las profundidades del Sena, una película de monstruos que quiere homenajear a The Jaws pero se parece más a Sharknado. Una película de catástrofes que, sin embargo, intenta marcar un tono, también gracias a la dirección de Xavier Gens, el director de Fronteras, pero también de marquesinas comerciales como esta. Entre CGI bien hechos y (algunas) escenas bien rodadas, vemos las aventuras llenas de adrenalina de Sophia, interpretada por Bérénice Bejo (sí... Premio César a la mejor actriz y nominación al Oscar a la mejor actriz de reparto por The Artist), que ha acabado aquí, seguramente, gritando "yo también tengo que pagar la hipoteca".
Las grandes noticias se detienen básicamente aquí. Director y protagonista. Porque por lo demás, En las profundidades del Sena es la típica película de catástrofes con monstruos enormes, científicos astutos que avisan a políticos sordos y gilipollas que causan la muerte de inocentes por el Dios del dinero.
Una película veraniega, digamos, para ver en esos días en los que intentas desesperadamente reservar tus vacaciones pero las plazas mas baratas se han acabado y entonces esperas que un tiburón vaya a hacer venganza. Nada más y nada menos. Y quizá ese sea el secreto de su éxito. Ya que todo el mundo habla de ella.

2021.Conocemos a Sophia, una científica, que está siguiendo a un tiburón mako hembra llamado Lilith con su equipo, que incluye a su marido, cerca de la isla de plástico en medio del Océano Pacífico. El equipo intenta recuperar una muestra del tiburón, pero éste se rebela y los mata.
2024. Sophie, conmocionada por lo sucedido, ha cambiado de vida. Más o menos. Trabaja en el Acuario de París, pero un día se le acerca un ecologista que le dice que "su" Lilith ha remontado el Sena y está en París. Con la ayuda del jefe de policía, Sophie intenta evitar lo peor, sobre todo porque París está a punto de acoger la Copa del Mundo de Triatlón, que amenaza con convertirse en un Feria para Lilith.
El alcalde y varios políticos, sin embargo, le quitan importancia.
Y repito: eso es todo. Con un final abierto y espectacular (hay que decirlo) que espero, de todo corazón, abra una franquicia en la que el tiburón de turno que va en las grandes ciudades europeas. ¡Quién sabe cómo le iría en el tráfico de Roma!