hecho con
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perdone los errores
La mano izquierda de la ley
Amargos,
licores y aguas naturales, gentilmente ofrecidos por los patrocinadores
en exhibición, y varios cameos curiosos (Enrico Maria Salerno,
Janet Agren y Peppino di Capri), se suman a uno de los mejores
títulos de todos los tiempos para un poliziottesco.
Me encantaría seguir enumerando las particularidades y los
méritos de esta película de 1975, pero debo pararme
aquí, añadiendo que se trata de una de las obras
más aburridas del género.
Y decir que Giuseppe Rosati empieza con disparos (vale... en un campo
de tiro) y luego con una larga y espectacular persecución. Un
comienzo de acción que desemboca en un aluvión de
palabras y en los estereotipos más clásicos y obvios del
género.
Primero tenemos a un comisario de hierro, interpretado por Leonardo
Manzella, más conocido por los amantes del cine de género
como Leonard Mann, que se escabulle sin un ápice de la fuerza y
el carisma de sus colegas más conocidos. Obviamente, tiene
grandes problemas con su mujer, interpretada por Antonella Murgia (a la
que los villanos matan por error). Y sorprendentemente, también
encontramos una amante, que es Janet Agren, pero absolutamente
inútil para la historia.
Nuestro férreo comisario Murri, tras perder a dos hombres
importantes de su equipo por el secuestro de un hombre de negocios de
Génova que vive en Roma, empieza a investigar y descubre que hay
una conspiración política muy arriba para desestabilizar
la República Italiana.
Y comienza la lucha contra los malos sin medias tintas, encontrando
apoyo en un ministro interpretado por Enrico Maria Salerno y algunos de
sus hombres.
Todo muy simple y sobre todo previsible para una película que
cuenta con una dirección incapaz de destacar los mejores
momentos (salvo la primera escena de persecución) y un reparto
que no acaba de funcionar.
Se salva la banda sonora, aunque incluso eso sólo reproduce los sonidos típicos del género.